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Autor: Gabonice

 
 
 
 

Lujuria (2)

  Al despertar a la mañana siguiente, lo pasado en aquella cama me parecía que había sido solo un sueño provocado por mi lujuria, pero pronto me cercioré de que había sido realidad pura y dura. Juan y Antonio dormían placenteramente y yo estaba en el medio de aquellos dos machos alfa, con mucho cuidado me fui deslizando entre los dos buscando el final de la cama, trataba de que no despertaran y me volvieran a hacer una nueva faena. Cuando puse los pies en el suelo e intenté caminar me percaté que sentía que mi culo había sido trabajado a tope, cada paso que daba me recordaba la follada de la que había sido objeto. Salí de la habitación y me fui a la cocina a preparar café y algo que desayunar, quería que cuando se despertaran todo estuviera listo para evitarme contratiempos pues mi culo estaba totalmente maltrecho. Cuando todo estuvo listo me fui a la habitación y con mucho cariño los desperté y los invité a desayunar. Luego ambos se fueron de la casa y finalmente salí yo rumbo a mi trabajo. Cuando llegué a la oficina y me senté delante del ordenador sentí que me costaba trabajo estar en la silla, mi culo estaba verdaderamente maltrecho, pero lo más desconcertante que me pasaba era que inmediatamente me empalmé a tope. No se me quitaba de mi mente la forma lujuriosa en que Antonio el mulato me había dado por el culo, su descomunal polla no se borraba de mi mente lujuriosa. Luego al pensar en las consecuencia que me traería semejante aparato traté de quitarme la idea de repetir. Mis pezones habían sido trabajados inclementemente y el simple roce con la suave tela de la camisa me erizaba totalmente. Habían dejado huellas en mi que constantemente volvían a mi cabeza y me hacían volver a disfrutar los momentos vividos. Incluso, sentía que no había estado a la altura, que no había aprovechado y disfrutado totalmente a aquellos machos, pensaba en cosas que no había podido hacerles y planeaba que si se volvía a dar otra oportunidad les sacaría más leche de sus cojones. Pero luego me decía: Mejor no, mejor que eso no se repita. Así me pasé toda aquella jornada de trabajo que al fin terminó y me fui a casa. Debo confesar que nunca en mi vida me había empalmado tantas veces en la calle, cuando caminaba me percataba que tenía mi polla a millón. Pero cuando llegué a la esquina de mi casa por poco me desmayo de la sorpresa ... Antonio estaba allí y tan pronto nos vimos se dirigió a mi y me dijo: Disculpa que haya venido sin avisar, me dejé en tu casa un pañuelo y solo vine a buscarlo. Bueno, le dije: entonces subamos a buscarlo y de paso te invito a tomar un café. Tomamos el ascensor y nada más éste cerro sus puertas una mano de Antonio se dirigió a uno de mis pezones adoloridos y sobre la tela de la camisa le dio un fuerte apretón que me hizo doblarme de dolor y placer. Protesté de inmediato porque los tenía muy adoloridos, pero todo continuó con un profundo beso de nuestras bocas donde su lengua fue la protagonista al entrar en la mía hasta lo más profundo, mientras que mis manos acariciaban su hermosa espalda de atleta. Ese beso terminó cuando la puerta del ascensor comenzó a abrirse. Los dos estábamos soplados como una cafetera. Mis manos estaban temblorosas tratando de introducir la llave en la cerradura de la puerta de mi casa, al fin lo logré y entramos y sin encender las luces de la casa, en plena penumbra, como dos animales irracionales y lujuriosos comenzamos a besarnos con avaricia. Nuestras lenguas se confundían, se rozaban, mi lengua era succionada con tanta avidez que pensé que me la iba a arrancar y cuando aquel largo beso terminó su boca fue a parar a mi cuello, yo empecé a perder la voluntad, aquel macho tenía la cualidad de vender cualquier resistencia mía y mientras disfrutaba de mi cuello con su lengua y yo me retorcía de placer, sus manos iban desabrochando los botones de mi camisa y mi pecho pronto estaba desnudo y a su disposición. Se quedó unos instantes mirando con lascivia a mi pecho y mientras mi camisa iba a dar al suelo su boca se apoderó de uno de mis pezones y empezó a saborearlo con lujuria. Como los tenía muy adoloridos, a la primera succión vi las estrellas, traté de protestar, le supliqué que los tenía muy adoloridos, pero solo encontré como respuesta: Así me gustan que estén bien maduritos para escuchar lo puta que te pones y continuó mamando con una lujuria que me hacía poner mi mente en blanco. No había duda que Antonio me follaría cuantas veces le saliera de sus santos cojones, que aquel mulato tenía un fuerte poder de seducción sobre mí. Sus manos eran como las de un pulpo, mientras su boca me enloquecía chupando mis tetillas sus manos fueron abriendo mi cinturón, los botones de mi pantalón cedieron a sus diestros dedos, la bragueta fue abierta y fui sintiendo como mi pantalón rodaba por mis rodillas. Sus manos lujuriosas fueron a mis nalgas, entraron por debajo de mi boxer y las apretaron mientras me iba dejando desnudo ante él. Mi cabeza daba vueltas, estaba totalmente dominado por aquel macho, una de sus manos empujó mi espalda hacia delante y su mi culo quedó a merced de su boca, su lengua rozó mis esfínter y me hizo saltar, pero sus fuertes manos sujetando mi cadera sofocaron mi hipócrita rebelión y entonces su lengua lujuriosa comenzó a lamer mi culo de manera inmisericorde, su barba me arañaba y aquello me enloquecía estaba desesperado por sentirme poseído de nuevo por aquel macho de bronce. Como pude me deshice del pantalón que no dejaba que mis piernas se separaran y lo dejé en el suelo y me quedé totalmente desnudo ante aquel macho deseoso. En ese momento fue que tuve la reacción de comenzar a despojarlo de su ropa, pero yo estaba tan enloquecido que no atinaba y él tuvo que quitárselas y lo hizo de una forma que daba miedo pues también se notaba el desespero de follarme de nuevo. Cuando estuvimos los dos desnudos, lo conduje a la habitación, como pude quité la sobrecama y de inmediato los dos caímos en la cama, momento en el que yo aproveché y le di un beso en los huevos y comencé a lamérselo con lujuria. Luego con mi lengua fui lamiendo su polla interminable desde su gruesa base hasta su jugosa cabeza, la que engullí avariciosamente. Sus líquidos preseminales estaban deliciosos. Comencé a mamar con intensidad pues sabía que poco tiempo me dejaría de disfrutar de su polla, su mano sujetó mi cabeza y con unos leves movimiento de su cadera penetraba mi boca y me hacía retorcer de arqueadas. Finalmente quitó su polla de mi boca y con sus manos me puso de espalda a él, luego me indicó que me pusiera de rodillas en la cama y con una de sus manos hizo que mi espalda bajar para que mis nalgas subieran y estuvieran al alcance de su polla. Me ensalivó el culo un poco y comenzó a rozar la gruesa cabeza de su polla contra mi esfínter. En ese momento me rebelé y le supliqué que me echara lubricante, que tenía el culo muy adolorido, de primer él no le parecía necesario, me estuvo trasteando el culo con uno de sus dedos y me dijo: No te preocupes que ese culo está bien, un poco falto de costumbre, pero hay que acostumbrarlo, de todas forma te voy a complacer y tomó el gel lubricante y se lo untó en uno de sus dedos y así lubricó un poco mi culo, luego se untó gel en su polla y lubricó su mástil. Y sin mucha espera empujó mi espalda y colimó mi esfínter, sentí como sus fuertes manos sujetaron mi cadera y su mástil entró en mi culo de forma triunfal. La primera impresión fue de un poco de dolor, a mis quejas solo decía: Ya, ya, relájate para que disfrutes. Mientras continuaba entrando hasta casi la misma mitad. Sentir la mitad de aquella polla dentro era desesperante, su grosor hacía que mi culo se abriera al máximo y saber que todavía le faltaba un buen tramos hacía que todo mi cuerpo temblara de lujuria. Estuvo unos instantes tranquilo, mi culo se contraía desesperado y le apretaba la polla, yo me fui relajando y entonces él empezó con pequeñas embestidas suaves, sacaba su polla casi totalmente de mi culo y volvía de nuevo a entrar cada vez un poco más. De esa forma se fue introduciendo cada vez más en mi hasta que dio el empujón final y sentí como sus huevos se restregaban con mis nalgas mientras él hacía exclamaciones de placer. Ahora comenzaba la fiesta, la entraba y la sacaba de punta a punta, una de sus piernas se subió a la cama y eso le permitía disponer de mi culo más a su voluntad, finalmente se subió también a la cama y yo aproveché para caer boca abajo y dejar que gozara a plenitud mi culo. En ese momento sus embestidas subieron de ritmo, todo mi cuerpo temblaba, mientras su polla devoraba mi culo, yo sentía como su pecho velludito rozaba mi espalda, sentía como sus piernas provocaban que las mías se abrieran más haciendo que mi entrega fuera total. De repente sacó su aparato totalmente de mi culo y acarició suavemente mis nalgas, luego comenzó a apretarlas con fuerza, luego con sus manos acarició mi espalda de forma que sentía el arañar de sus uñas. Finalmente con una de sus manos azotó con fuerza una de mis nalgas, también me dio un fuerte manotazo en la espalda y finalmente fueron cuatro o cinco las nalgadas fuertes que me dio. Esto me hizo sentirme dominado y dispuesto a ser poseído. Luego escupió en mi culo y sin clemencia entró su verga hasta el tope en mi culo y continuó con unas embestidas a un ritmo salvaje. Esta forma de encularme comenzó a provocar en mi el deseo de correrme, sentí que dándome de esa forma tan viril por el culo me iba a sacar la leche. Se lo dije: Y solo me dijo: No se te ocurra correrte ni de coña, que todavía me falta mucho por gozar ese culo. Continuó follandome con ese ímpetu y yo me retorcía tratando de aguantar la leche que se me salía de los cojones a cada embestida. Le decía: Por Dios dame una tregua, me estás sacando la leche y me pides que no me corra, yo no puedo más, estoy al borde de correrme. Y de verdad que no pude más, comencé a correrme pero mi polla estaba en una de sus manos. Mientras me corría mi leche quedaba en su mano y continuaba pajeándome, lo que provocaba que mi sensibilidad aumentara al máximo, todo mi cuerpo se estremecía, mi culo apretaba a su polla que continuaba follándome con lujuria, en ese momento sentí que sus manos apretaban mi cuerpo con toda su fuerza, los chorros de leche caliente entraban en mis entrañas mientras escuchaba sus exclamaciones de placer. Nos corrimos los dos a pleno gusto y nos quedamos así tranquilos, él sobre mi y dentro de mi. Y nos quedamos dormidos así por un buen tiempo hasta que él se despertó y al sacar su polla de mis entrañas me despertó también. Nos quedamos abrazados un rato hasta que él me propuso darnos una ducha para quitarnos la leche y el sudor de encima. Nos fuimos a la bañera, la llenamos a media con agua tibia y nos introdujimos los dos. Comenzamos a enjabonarnos, pero cada uno se dedicaba a enjabonar el cuerpo del otros. De esta forma no quedó un solo centímetro de su piel que mis manos no acariciaran. Me di gusto enjabonando su pecho, su vientre y juguetee con su ombligo. Me dedique a acariciar sus axilas con mis manos y sus brazos, su cuello y luego comencé a deleitarme con sus piernas, dejé intencionalmente su polla para el final. Le di un largo masaje a ambas plantas de sus pies, a cada uno de los dedos de cada pie y luego volví a frotar sus dos piernas, sus entre piernas y así llegue a sus huevos y al fin comencé a enjabonar su polla. Con cuidado retiré la piel que recubría la cabeza de su polla y me dediqué a lavar meticulosamente la cabeza y en ese masaje sentí que su polla comenzaba a endurecerse. Luego me dediqué a restregar su espalda, acaricié sus nalgas y finalmente con champú le di un lavado meticuloso del cuero cabelludo. De igual forma Antonio no dejó un solo lugar de mi cuerpo que sus manos no acariciaran. Finalmente, enjabonados los dos totalmente estábamos empalmados a tope y comenzamos a besarnos con nuestros acostumbrados besos de lengua y chupados. Poco a poco me fui sentando sobre su vientre y comencé a sentir que su dura polla buscaba mi orificio, pero esta vez mi culo fue en busca de su polla e intenté sentarme sobre ella, sentí que su polla entró con una facilidad enorme en mi culo. Sentirme penetrado de esa forma hizo que lujuriosamente comenzara a besarlo mientras él me levantaba con un empuje de sus caderas que me hacía sentir que iba a explotar. Luego nos pusimos de pie y él de inmediato me penetro con un golpe seco y hasta el final, yo me estremecí y de inmediato comenzaron sus embestidas a un ritmo enloquecedor. Después me la sacaba totalmente y con sus manos me daba una ración de nalgadas que me hacían enloquecer y de nuevo entraba de un golpe que me estremecía y comenzaba a embestirme a un ritmo muy elevado. Este juego se repitió muchas veces y finalmente sin corrernos nos aclaramos el jabón del cuerpo y cada uno secó al otro con una toalla y de ahí caímos directo en la cama. Seguíamos empalmados y él en ese momento comenzó a chuparme los dedos de los pies lo que me dio una sensación enloquecedora. Y finalmente se dedicó a estremecerme dándome una mamada de pezones que me hacían gritar de lujuria. Mientras su boca se dedicaba a chupar mis tetillas yo sentía como su polla rozaba mi esfínter y pronto lo tenía colimado. No se molestó en echar ni un poco de saliva, mi culo estaba dilatado pero seco y esa penetración la sentí hasta en los mismos cojones y comenzó a follarme con su bestial ritmo habitual y ante mis lamentos, la sacó de mi culo y dándome un par de fuertes nalgadas me dijo: Ese culo está dilatado, coño, aguanta como un hombre y de nuevo entró a gozar de mi maltrechas entrañas hasta que al fin sentí que me apretaba con fuerza y todos los músculos de su cuerpo se contraían para llenar de nuevo mi culo de leche. Cuando terminamos nos fuimos al baño de nuevo a lavarnos un poco y finalmente él se vistió y se marchó a su casa, antes nos dimos nuestros teléfonos y quedamos en repetir muchas veces nuestros encuentros. De Juan no supe nada aquel día, seguía deseando estar con él, pero por otro lado solo en pensar en las folladas que me estaba dando Antonio todo mi cuerpo se llenaba de lujuria. 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