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Autor: Gabonice

 
 
 
 

El día que me gritaron.

  Nunca uno sabe donde las tienes. Estaba negado a salir de Sevilla en este verano, poco me importa el extremo calor de lo que llaman la ¨Sarten de Andalucía¨, de todas formas por muchos que logren escapar, Sevilla se va a quedar llena de sevillanos que por el calor van a invadir sus calles en sus pantalones cortos y camisetas, enseñando esas preciosas piernas y brazos que Dios le dio, Olé. Pero mi sobrino, sin contar conmigo se comprometió con una amiga alemana que recientemente nos visitó en Sevilla que me llevaría a su casa para cocinarle unos días. Yo estaba negado, que clase de vacaciones son esas en que uno le va a hacer gracia a nadie metiendose en la cocina, cuando lo que uno más desea es quitarse todo el trabajo posible de encima. Pero esta señora tiene mucho que ver con nuestros negocios. Estamos a punto de abrir un pequeño hostal muy cerca de la Catedral y ella tiene buenos contactos con amistades que tienen agencias de viajes y nos va a promocionar el negocio. Así que casi con la pistola en la cabeza me subí al coche en los últimos días de julio y nos marchamos a Alemania nada menos que por carretera, que es un tremendo coñazo. Nos quedamos un par de días en Madrid en casa de un amigo y luego continuamos viaje. No pensábamos hacer esa tirada de golpe, sino ir haciendo escalas en diferentes lugares y el próximo destino fue Andorra, que no estaba mal, el tabaco y la gasolina es inusualmente más barato y aunque este lugar es famoso en el invierno con sus pistas para esquiar, ellos han compensado el verano construyendo innumerables tiendas donde se vende todo más barato que en Francia y España y así es que logran vivir, pues la gente a lo que va a allí en el verano es a eso, a comprar. Estando en Andorra llegó la mala noticia, la amiga tenía que hacer un viaje a Arizona y nos esperaría en su casa para el 10 de agosto. Esto era demasiado, este viaje se me estaba tornando interminable. Mi sobrino empezó entonces a planear alojarnos varios días en alguna ciudad del sur de Francia. Pero yo, con mi mayor respeto, no soporto a los franceses, no me gusta esa forma de hablar en que parecen unos cucuruchos y que nada les entiendo. Pero lo que más me molesta es que entre ellos si se entienden. Cuando llegas a Francia y paras en la primera gasolinera te sorprendes que todo las cosas son más caras que en España y lo peor de todo es que de más mala calidad. Enseguida piensas que deben ganar unos salarios extraordinarios, pero ni te lo imagines que son tan mileuristas como los españoles. Cuando llego a Francia tomo medidas especiales, nunca se me ocurre pedir 4 cafés en ningún sitio, primero pido uno, lo pruebo y si me lo puedo tragar pedimos el resto. Pero esta vez venía preparado, traje en el coche un paquete de azúcar y un bote de café soluble en polvo y lo que hacía era entrar al baño, tomar un vaso de agua caliente y prepararme el café yo mismo y de paso no pagarle nada a estos abusadores. La idea de pasarme varios días en el sur de Francia me sacó que quicio, por nada del mundo me quedaría mucho tiempo en este país que lo único que sabe hacer son marcas que las gentes compra como tontos porque son franceses. Al fin llegamos a un acuerdo a regañadientes, caminamos un poquito más y buscamos algún lugar donde alojarnos en el noroeste de Italia. Puede ser cerca de Ventimiglia dije yo, mientras pensaba en aquel clase de italiano que nos cobró el primer peaje cuando pasamos por allí el año pasado, el tío era uno de esos hombres que lo empiezas a mirar desde los pies, vas subiendo poco a poco y no se acaban. Como yo sabía que de Ventimiglia tienes relativamente a Sanremo y Mónaco y que mi sobrino estaba pensando en meterse las madrugadas en los casinos, que de paso yo no soporto. Pues estas vacaciones se estaban convirtiendo en lo más parecido a un secuestro. Yo me quedaría cuidando a su hermano solo en la casa y él se la pasaría todas las noches en los casinos, pues a los de España no se puede ir, pues tienen unas maquinitas para barajar las cartas que son una verdadera trampa, no se cuando se van a meter en eso, pero hay que ser muy ludópata o muy tonto para no percatarse de la cantidad de anomalías que ocurren con las cartas en los casinos españoles. Quien sepa un poco de probabilidades se puede percatar enseguida que hay trampa. Y así fueron las cosas, nos alojamos en un pueblito cerca de Ventimiglia que se llama Vallecrosia en una casa que tiene varios apartamentos, nosotros elegimos uno que estaba en el jardín trasero por parecernos más privado. Pero la primera noche nos percatamos de que no, cerca de nosotros vivía una familia italiana que más que hablar parecía que chillaban, yo pensé que estaban peleando, pero no, es que los italianos son más gritones que los cubanos y eso es mucho que decir. De tantas voces se me ocurrió mirar por la ventana y vi al hombre de la casa y me quedé perplejo; era un tío espectacular, rondaría los 45 años, estaba un poco entrado en libras pero no era gordo, tenía un pecho velludo precioso y una cara de heterosexual aburrido que daba grima. Su mujer y sus hijos se veía que lo tenían hasta los cojones. En la discusión que tenían en la casa no se percataban que yo desde mi ventana estaba fisgoneándolo. Y desde ese momento no se me quitó de la cabeza el tío ni las mañas que utilizaría para cazarlo. El intento de cazar a semejante ejemplar no dejaba de tener peligro, pues tenía a su familia a unos pocos metros de donde yo estaba alojado, además no me podía permitir perder mucho tiempo pues poco eran los días que aquí estaríamos. Mientras se me ocurría algo no dejaba de ponerme a fumar en la ventana de la cocina que daba a unos metros de la ventana del comedor de su casa donde pronto me di cuenta del lugar de la mesa en que siempre acostumbraba a sentarse el ejemplar. Hacían mucha bulla, pero al oscurecer cerraban las ventanas y sobrevenía en silencio, parece que se acostaban temprano. No creo que a follar, pues el tío tenía cara de insatisfecho sexual. En una ocasión el hombre, que ya sabía su nombre de tanto gritar su mujer Pedro, me sorprendió mirándolo, yo me asusté porque me había descubierto, pero arreglé la situación haciéndole un corto gesto de saludo y seguir fumando en el sitio para restar importancia. Al día siguiente lo esperé largo tiempo a que llegara a su casa, pues tenía que entrar por el mismo camino que yo y quería tropezarme y saludarlo. Y así fue, como a las 4 de la tarde vi que venía y en ese momento salí yo y me lo crucé en el camino. Lo saludé y en español, pues no conozco italiano le pregunté si podía hacerme el favor de decirme donde podía comprar un paquete de tabaco. Pedro no entendía mucho lo que le decía, pero entre gestos y enseñándole un paquete de tabaco al fin me entendió y me explicó lo que ya yo sabía, donde era que vendían tabaco. De paso le dije mi nombre y le dije que ya yo sabía el suyo, pues lo había oído decir muchas veces desde el apartamento de al lado. Pedro se sonrió y yo logré lo que quería. Primero presentarnos y segundo que supiera que yo era español y también que era nacido en Cuba. Lo de decirle que era cubano era para abrirme los caminos. Es como mi Eleguá. No se si ustedes saben que en Europa los extranjeros tienen fama según el país de procedencia. Si eres colombiano, pues todo el mundo te mira como si fueras narcotraficante aunque nunca hayas visto una onza de cocaína en tu vida; si eres rumano, pues piensan que eres chapero o proxeneta, si eres árabe, pues te miran como si fueras un terrorista. A los cubanos nos ha caído una fama también. Todo empezó cuando muchas artistas famosas empezaron a sacar de Cuba a jóvenes muy bien plantados, fue entonces que en España se puso la moda de tener un marido cubano. El punto más caliente del asunto lo provocó uno que se hizo novio de una ex-cantante casi anciana. El tío tenía un cuerpo escultural y era bastante descarado y en medio de su noviazgo una revista del corazón le sacó una foto desnudo pegándole los cuernos a su novia con otra chica. Se formó un buen escándalo del que tanto él como la artista le sacaron mucho dinero. A la foto le hicieron un montaje que mostraba que el tío tenía una polla del tamaño del brazo. Yo recuerdo que en mi trabajo los compañeros me preguntaban que si todos los cubanos la teníamos tan grande y yo para no ser menos y aprovechar la fama les dije fingiendo una falsa modestia que si, pues casi todos los cubanos tenemos algo de negro. Después el tío salió en programas diciendo de todo y sobretodo de cómo le daba por el culo y le mamaba el coño a su novia. No paró ahí y describió como se entronizó como chulo de famosas y para colmo se convirtió en artista porno y en todas sus películas aparece dándole por el culo a la chica. Finalmente a los cubanos se les quedó la fama de ser muy buenos en el sexo. Y cuando quieres ligar en una sauna a alguien te da muy buen resultado decir que eres cubano. Al día siguiente aproveché que se me había partido una uña y por la ventana le pedí que me prestara un cortaúñas. Claro que no me entendió lo que le decía, pero eso lo hizo salir de su casa y venir a la mía. De nuevo en el lenguaje de la mímica le expliqué lo que me pasaba y él salió a su casa y en unos minutos regresó con un cartauñas. Delante de él lo usé y se lo devolví dándole las gracias por su amabilidad. Pero de inmediato lo invité a tomar un café, pues ya tenía la cafetera preparada y lo único que hice fue encender la cocina. No vayan a pensar que utilicé el mismo ardid que en la película ¨Fresa y Chocolate¨ donde el cazador le arrojó intencionalmente el café a su presa para desnudarla. El decidió esperar y yo aproveché para tratar de conversar con él aunque sabía que me entendía poco. Finalmente aproveché que él estaba parado cerca de la llave de la cocina y cuando fui a cerrar rocé con mis manos su paquete y me quedé mirándolo. Las velas estaban izadas, ya no quedaba alternativa o me daba una trompada o caía en la trampa, así que mientras el se tomaba el café yo comencé a acariciar su paquete por encima del pantalón y pronto me percaté que se estaba poniendo como un tren, así que de inmediato le bajé la cremallera del pantalón y fui en busca de su aparato, lo busqué con una mano y lo saqué fuera y de inmediato le acerqué mi boca, le di un beso y comencé a darle una suave chupada que el tío aceptó de buen grado. No tenía tiempo para hacer las cosas mejor, me hubiera gustado más, empezar acariciándolo y excitándolo, pero corría el riesgo de perder la oportunidad. Me basaba en la teoría de que muchos machos heterosexuales no consideran una ofensa ser mamados, sino más bien una honra. Por eso empecé por el plato fuerte, comencé a mamarlo profundamente desde el principio. También quería que la cosa fuera rápida para no hacer notar mucho su tardanza. En un momento él estaba un poco asustado, y yo continué la mamada con más energía, su polla empezó a rugir y pronto soltó su leche caliente en mi boca, continué mamándolo para sacarle toda la leche de los huevos mientras sentía como se retorcía de placer. Finalmente el guardó su aparato y yo le dije que por la noche cuando en su casa dormían yo estaba solo esperándolo. Pedro se fue un poco turbado, yo pensé que posiblemente no volviera por mi casa, pues estos italianos se las dan de muy machotes y un escándalo estando tan cerca su familia podía ser una cosa muy temida. Pero luego me pensé que este pobre heterosexual aburrido hacía tiempo que no recibía una mamada y que pronto lo tendría en mi casa y le podría hacer un mejor trabajo. Esa noche no pasó nada, quizás porque estaba satisfecho y todavía no se había decidido a saltar la barrera. Al día siguiente de nuevo cuando estaba sentado en el comedor de su casa lo volví a mirar, esta vez estaba menos temeroso a que él lo notara, más bien quería que me notara, que supiera que estaba esperando por él. Luego temprano acosté a mi sobrino y me puse a trabajar con el ordenador en la mesa de la sala. Como a las doce de la noche sentí que alguien suavemente tocaba la puerta y le abrí, era él. De inmediato lo hice pasar a la casa y lo invité a sentarse en el sofá. Le brindé café pues lo veía muy nervioso, sentía que su respiración era entrecortada y que a pesar del fresco de la noche su pecho estaba empapado de sudor. Con mucho cuidado y sin decir una palabra le quité la camisa y comencé a secarle el pecho con una toalla. Luego me senté a su lado y comencé a acariciar su pecho velludo. Mis caricias fueron suaves, me regodeaba con los vellos que le cubrían el ombligo y con sus tetillas; luego con la boca empecé a darle besos por todo el pecho antes de que entrara en acción mi lengua. Cuando ya sabía que estaba empalmado como un tren, mientras mi lengua saboreaba los vellos del vientre por debajo del ombligo mis manos liberaban su polla de la represión a que la sometían el pantalón y el calzoncillo. Pero está vez no fui a la mamada directa, ahora tenía tiempo y quería desesperarlo. Y me fui a sus huevos, se los besé y empecé a darle lengua de todos los colores. A él eso lo tenía en la gloria, pero lo que estaba deseando era que se la mamara y eso se iba a demorar un poco porque esta vez quería que se desesperara y la disfrutara al tope. De pronto succioné uno de sus huevos, él se sobresaltó un poco, tenía temor a que lo lastimara, pero lo hice de una forma tan suave que pronto empezó a perder temor. Le mamé sus huevos con pasión mientras su polla comenzaba a babearse, a pesar de todavía estar cubierta por su piel. Le di entonces una pequeña chupada, tratando con la lengua de ir descorriendo la piel que la cubría, sus expresiones de placer me empalmaron como un tren. En ese momento decidí despojarlo de su pantalón y dejarlo desnudo en el sofá para el deleite de mi lengua. Apagué la luz de la estancia y de nuevo me acerqué a Pedro que estaba acostado boca arriba y con los brazos debajo de su cabeza. Yo aproveché para ponerme también desnudo. Ahora empecé a darle lengua por todo el pecho, mi saliva iba mojando todos sus vellos, cuando pasé por una de sus tetillas la saboreé y me fui directamente a darle lengua a su cuello. Su respiración se entrecortaba y de nuevo comencé a seguir dándole lengua por todo el pecho bajando por su vientre, le saboreé el ombligo y continué bajando, llegué a la cabeza de su polla y esta vez le di una mamada más larga y con la lengua logré liberarla de toda la piel que la cubría sin usar mis manos, esto le hizo realizar exclamaciones de placer grande. Después me fui de nuevo a sus huevos y le di otra buena mamada con succión de huevos en mi boca incluida. De nuevo volví a ocuparme de su polla con una mamada de tres o cuatro succiones que lo ponían como un tren y deseando más. Pero de nuevo continuaba saboreando el resto de su piel, por donde tenía vellos en el vientre y por donde no. Cuando él pensó que al acercarme a su polla le iba a dar otra breve chupada y cuando más lo deseaba me quedé con su polla en mi boca y comencé a darle una mamada lujuriosa que provocó que su polla empezara a rugir como un volcán en erupción. Al sentir esos síntomas de corrida inminente, interrumpí la mamada para que él se relajara y pudiera controlarse y aguantar un poco más la leche. Comencé entonces a acariciarlo con mis manos por las piernas, por los muslos, por el vientre, por el pecho y cuando me disponía a continuar la mamada él se incorporó y empezó a acariciar mis nalgas, empezó a besarme mientras uno de sus dedos rozaba mi culo y trataba lujuriosamente de introducirse en él. No pudo más, con un gesto muy enérgico me puso en el borde del sofá boca arriba, sujetó con sus manos mis caderas y la cabeza de su polla empezó a buscar la entrada de mi esfínter. Estaba tratando de metermela sin ningún lubricante, tenía un aparato bastante bien dotado y me empezó a causar dolor a pesar de que yo ni soy primerizo y me he metido pollas bien dotadas. Pero estaba como loco, no escuchaba ni entendía mis protestas, como él no me lubricaba, como pude mojé mi mano con un poco de mi saliva y traté de lubricarme un poco yo mismo, mientras él seguía enloquecido por entrar. Con el poco de saliva que logré untarme, mi culo cedió a sus embestidas y su polla entró de golpe hasta lo más profundo de mis entrañas. Sin darme tregua empezó a subir el ritmo de sus embestidas desde el principio y sentía como mi culo estaba siendo gozado por un macho sin contemplación. Yo lo abrazaba, lo acariciaba, lo besaba mientras él seguía dándome por el culo frenéticamente. Pronto empecé a sentir los espasmos de sus músculos y finalmente los chorros de leche caliente que quemaban mis entrañas. Yo no pude correrme, pero estaba satisfecho por la follada que me había dado aquel macho. Cuando terminó se lavó un poco la polla en el baño y rápidamente se vistió y se marchó. Luego cuando me quedé de nuevo solo, yo me masturbé pensando en la follada que me acababa de dar Pedro. Las noches siguientes fueron copia al papel carbón, con la diferencia que el sexo fue más profundo mezclado con caricias por ambas partes. Pedro resultó un tío muy inteligente para el sexo. La primera noche actuó de una forma muy impetuosa debido a como me explicó hacía mucho tiempo que no se follaba un culo que era lo que más le gustaba, pues su mujer no entraba por razones y mucho menos era capaz de darle una mamada, porque eso eran cosas de putas. Tampoco era muy adicta a follar, más bien esquivaba el acto sexual. Estas cosas dejaban el camino abierto a que otras cosas ocurrieran. Con esa mujer él no estaba casado y los hijos de ella eran de un matrimonio anterior. La última noche en ese hospedaje fue fantástica, el sabía que al amanecer nosotros partiríamos en coche rumbo a Alemania unos días y después regresaríamos a Sevilla. Yo le había invitado a que se pasara unas vacaciones en mi casa. Ese día mientras yo le mamaba la polla él me daba una mamada de culo electrizante. Pero no me dejó sacarle la leche con la boca, pues pronto se desesperó y me dio una enculada de tres pares de cojones. Cuando se corrió placenteramente de pronto sentimos la voz de su mujer indignada. La mujer desde hacía unos días estaba sospechando que algo hacía su marido fuera de su casa por las noches cuando supuestamente estaban durmiendo. Esa noche se hizo la dormida y salió tras de él. Vio como entraba en mi casa y la muy cabrona al poco rato, cuando vio que las luces de la casa estaban apagadas se acercó por una ventana y nos sorprendió en plena faena. En ese momento empezó a dar uno gritos estridentes en italiano pero que yo entendía muy bien: ¡Froci, Froci! ¡Mio marito é un frocio! (Maricones, maricones, mi marido es maricón). Poco a poco en medio de los gritos se fueron encendiendo las luces del vecindario, mientras ella seguía más que gritando, chillando. La cosa tomó un mal camino. A mi me daba vergüenza el escándalo que estaba sonando la señora, pero en definitiva a mi no me conocía nadie en el lugar y dentro de pocas horas ya me habría largado del sitio. De todas formas empecé con rapidez a acabar de hacer las maletas para marcharnos de allí nada más llegara mi sobrino. Al poco rato la señora se apareció en mi casa con la ropa de Pedro y sin decir una palabra del asunto cuando mi familia llegó y vio el revuelo que había en la vecindad, montamos todas las cosas en el coche y adelantamos la salida unas cuantas horas. Pedro iba en el coche un poco cortado, pero poco a poco se fue relajando y finalmente hizo en nuestra compañía el viaje por Alemania.  
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