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Autor: Gabonice

 
 
 
 

Como me hice gay III

  Me desperté al amanecer, de inmediato pensé en que Jorge me estaba esperando, pero no tuve cojones de colarle a mi madre el cuento de la casa en la playa de una familia de un amigo de la Universidad. Metí en el bolso un bañador y una toalla, pero lo dejé sobre la cama. Dejé a Jorge esperando, ni siquiera le hice una llamada, para darle una disculpa. Pero bueno, al fin y al cabo, todas estas cosas, esta lentitud que tengo yo en la vida a mi me importa poco, lo que más me cuesta en esta vida, lo voy a confesar, es el tema de ligar, si señor, ya está lo voy a confesar. Aquí donde me veis, yo he podido estar con cada pibonazos, sssh ¡Con cada pibonazos! ¡ no he estado! Decidí entonces dar un cambio a mi vida y apartarme del mal camino que había tomado, por eso a los pocos días me hice de una novia, lo que fue el gran acontecimiento dentro de mi familia, ¡Al fin, Aparecía una novia! Mi madre dijo: No es muy guapa, pero bueno, algo es algo. Y de inmediato se encargó de decírselo a todas sus amigas. Ahora comencé una doble vida, salía a pasear con mi novia, incluso hasta nos morreábamos y me hizo alguna que otra paja en un cine. Pero a mí no se me quitaba la imagen de Jorge de mi mente y un buen día lo llamé y me aparecí en su casa. Tenía una cara de alegría y de mal humor. Esperaba tenerme de pareja, pero yo no estaba preparado y me acercaba a él de forma irregular. Hasta que un día me llevé la sorpresa: Jorge tenía una pareja que se había ido a vivir con él. Aquello me dolió, pero estaba consciente de que me lo merecía por mis vacilaciones. Me concentré en la relación con mi novia, convencido que ese era mi camino, pero de vez en vez me escapaba, salía a pasear y terminaba en el cine, donde encontraba algún ligue fortuito. Lo aprovechaba, pero lo veía como un desahogo sexual que cuando me casara dejaría de tener sentido. Yo me repetía constantemente: ¿Cómo era posible que una vez casado, saliera a buscar a un hombre a la calle, cuando tenía en la habitación a mi esposa esperándome? Un día venía a mi casa en un autobús. A medio camino subió un hombre trigueño, de barba cerrada y de ojos claros. La vista se me iba hacia él, pero cuando él se percataba de que lo miraba, de inmediato cambiaba la vista hacia otro lado. Luego, volví a mirarlo furtivamente y ni una mierda, para mi sorpresa de nuevo él se percata y me mantiene la mirada. En ese juego estuvimos durante todo el viaje, él había descubierto que me gustaba, pero yo llegué a mi parada y me bajé y él siguió su viaje. Pensé, no estaba para mí. Pocos días después, fui al cine de la calle San Rafael, donde conocí a Jorge y de nuevo cuando encendieron las luces pude ver a la gente que estaba en el cine. Hubo un hombre que me resultó interesante. Cuando comenzó la función, me cambié de asiento y me senté justo a su lado. Al principio lo hice separado, sin producir el menor roce. Pero poco a poco, sentí como su pierna se acercaba a la mía y no la retiré. El movía su pierna suavemente y yo empecé a hacer lo mismo. Este roce no era casual como parecía inicialmente. Por eso puse mi mano sobre mi pierna para quedar cerca de la suya. El repitió lo mismo, acercó su mano a la mía y luego la tomó y la llevó hacia su entrepierna y para mi sorpresa tapando con su abrigo escondía su polla encendida y comencé a pajearlo. Para no ser menos yo desabroché mi cinturón para dejarle el camino abierto a él. Pero él puso su brazo sobre el respaldo de mi asiento y comenzó a bajar su mano por mi espalda hasta llegar a mis nalgas, buscaba meter en mi culo su dedo. Como me sentía incómodo levante un poco mis nalgas del asiento y el aprovechó para meterme el dedo por mi esfínter. Me puse muy nervioso y el me susurró al oído que me tranquilizara porque las personas que estaban sentadas atrás de nosotros podían darse cuenta de lo que estábamos haciendo. Finalmente, me dijo: ¿Qué te parece si vamos a mi casa a pasar un rato? Mi respuesta fue: Vamos. Salimos del cine, nos fuimos a la parada del autobús, casualmente era el mismo que me llevaba a mi casa. Tomamos el autobús y nos bajamos 3 ó 4 paradas después de mi casa. Finalmente llegamos a su casa y él puso una cama personal en la sala, nos desnudamos y pronto estábamos los dos sobándonos en la cama. Me besaban de una forma intensa, su lengua entraba en mi boca registrando toda mi cavidad bucal. El beso era interminable. Repetí lo mismo que él, introduje mi lengua en su boca y él la chupó de una forma que parecía que me la iba a arrancar. Cuando aquel beso interminable acabó, su boca bajó por mi cuello y su lengua empezó a saborear mi piel, aquello nunca lo había experimentado, mi cuerpo temblaba de placer de forma tal que cuando empezó a disfrutar de mis tetillas ni pude percatarme. Estaba en shock podía hacerme lo que le viniera en ganas porque yo no podía hacer la menor resistencia. Cuando a Enrique, que así se llamaba el tío, le salió de los cojones, me puso boca abajo, sentí como escupía en mi ano y de inmediato entró con su tremenda polla en mis intimidades. Me dio una follada de campeonato. Cuando terminó, me lavé un poco en el baño y me fui a casa. Al día siguiente fui a casa de mi novia y comencé a tener una doble vida. Muchas veces iba a visitarla y luego de regreso pasaba por la casa de Enrique y follábamos intensamente. Pero lo que está para ti, nadie te lo quita y de nuevo me volví a encontrar en el autobús a aquel tío trigueño, de ojos claros y de barba cerrada bien rasurada con el que habíamos intercambiado miradas días atrás. De nuevo nos volvimos a mirar, y de nuevo conectamos, pero cuando llegué a la parada de mi casa me bajé del autobús y adiós. Continué con mi doble vida auto engañándome, pensaba que mi relación con Enrique era coyuntural, como un desahogo sexual. Me encaminaba al matrimonio y pensaba que cuando eso ocurriera terminaría con mis escapadas homosexuales. Pero de nuevo me volví a encontrar a aquel tío trigueño, de barba cerrada y ojos claros que tanto me había impactado. Pero esta vez los dos íbamos hacia el centro de la Habana. Nos bajamos en la última parada. Yo lo miré fijamente y crucé la calle, él hizo lo mismo. Yo caminaba unos metros delante de él, en una esquina del Parque Central estaban vendiendo periódicos, había una fila y me puse en ella, él hizo lo mismo y estaba detrás de mí. No teníamos que hablar mucho para ligar, pues nuestras miradas lo decían todo. Nos pusimos a hablar unos minutos, supe que él se llamaba Jorge y yo le mentí y le dije que yo también me llamaba Jorge. Me dijo que él iba para una escuela nocturna y que terminaba las clases a las 11 de la noche. No quedamos en vernos. Yo me metí en el cine y poco antes de las 11 salí y fui a la parada del autobús. Llovía fuerte, tronaba y cuando llegué a la parada, él estaba allí, esperándome, me llamó y me subí con él al autobús. Cuando estaba subiendo sentí como su mano acariciaba mi espalda, aquello me erizó todo el cuerpo. El autobús estaba lleno y su mano acariciaba la mía en el pasa manos. Cuando estaba llegando a mi casa, le dije que me iba a bajar, pero en ese momento me dijo: No te bajes, vamos para mi casa. Y yo seguí con él. Cuatro o cinco paradas más, nos bajamos, cruzamos la calle y a medianía de la cuadra entramos por un pasillo y al final estaba su casa. Entramos en la misma, y de inmediato nos empezamos a besar fundidos en un fuerte abrazo. Luego él me llevó a la habitación y me dijo: Desnúdate y espérame en la cama. Apagó la luz de la habitación, pero se veía por las luces de la sala. Pero cuando me metí en la cama, Jorge apagó la luz de la sala y quedé en una oscuridad absoluta. Pasaron unos minutos y de repente apareció Jorge desnudo en la puerta del cuarto iluminado con una tenue luz roja. Podía verlo totalmente desnudo, fue impresionante, era velludo y tenía una tremenda polla que venía empalmada a tope. Nunca en mi vida había visto y nada menos desnudo a un hombre tan masculino. En unos instantes estábamos abrazados fuertemente, desnudos y en la cama. Nos besábamos con lujuria, quería pegar toda mi piel a la suya, pronto sentí que mis labios ardían cuando él dejaba de besarme porque el roce con su barba era como una lija. Su lengua no dejó ningún lugar de mi pecho por saborear. Sus piernas estaban dentro de las mías, y su polla estaba buscando como colimarme. En ese momento puso su polla cerca de mi boca para que se la mamara. Veía el líquido pre seminal que salía de ella. Nunca había mamado una polla, pero no podía negarme porque Jorge me gustaba enormemente. Empecé a chupársela, pero pronto él me dijo: No sabes mamar, pero no te preocupes que te voy a enseñar a mamar como a mi me gusta que me la mamen. Cuando te metas mi polla en la boca apriétala con los labios para que tus dientes no me lastimen y chupa ese líquido pre seminal que es para ti. Comencé a chupársela, él estaba de pie y yo de rodillas ante él. Sus manos acariciaban mi cabeza y marcaban el ritmo de la mamada. De pronto él sacó la polla de mi boca y escupió sobre la cabeza de su polla y luego empujó mi cabeza para que su polla entrara en mi boca. Esto lo repitió varias veces hasta que me dijo que estaba desaprovechando buena parte de su polla, que tratara de metérmela completa, pero no me cabía, pronto con sus manos fueron forzando su entrada en mi boca. Me costaba mucho trabajo meterme ese rabo en la boca, pero él insistía hasta que empezó a provocarme arqueadas. Me daba una pequeña tregua para que tomara aire y de nuevo adentro y hasta el tope y de nuevo me atragantaba con su rabo. Sudaba copiosamente, incluso me salían lágrimas, pero el continuaba con su curso de mamadas intensas. No llegó a correrse en mi boca, pues en un instante me puso de espaldas a él, sentí como con un poco de saliva me lubricaba, me colimó el esfínter y me la metió hasta la misma base. En ese momento me dijo: relájate unos instantes para que te acostumbre y luego comenzó a follarme, al principio lentamente pero poco a poco aumentó la intensidad. Pero siempre iba de la punta de su rabo hasta la misma base. Con sus piernas abría las mías y me iba inclinando sobre la cama. Aquella follada me pareció interminable. Cuando al fin sentí sus exclamaciones de placer también sentí los chorros de leche caliente que bañaban mis intimidades. Finalmente me sacó el rabo, me puso frente a él y nos fundimos en un intenso beso. Cuando iba camino de mi casa, no se me quitaba la imagen de Jorge de mi cabeza. Por eso al día siguiente no pude evitar volver a su casa y volvimos a follar con intensidad. Finalmente contraje matrimonio y empezó mi nueva vida. Me lo había propuesto y me dediqué exclusivamente a mi esposa. Vino mi hija y durante casi dos años me mantuve como el esposo fiel a su familia. Pero algo comenzó a ahogarme psicológicamente, mis deseos por estar con un hombre empezaron a golpearme en la cabeza y solo tenía que dar un paso para encontrarme con el hombre que me enloquecía y un buen día saqué el pie del tiesto y me fui a casa de Jorge. De nuevo tuve sexo intenso con él y cuando regresé a mi casa me sentía nuevamente feliz en el matrimonio. Aquí comencé a sumergirme en mi nuevo auto engaño: Pesé que era bisexual y que necesitaba de las dos cosas. Mantuve esa doble relación por varios años, hasta que un día salí de mi trabajo en la camioneta de un compañero. Al salir a la calle, vi a Jorge en una parada y logré que mi amigo parara para recoger a la gente que estaba en la parada, en realidad quería recoger a Jorge, él no se decidía a subir porque los que estaban subiendo eran trabajadores de nuestro centro, por eso yo lo llamé y le dije que subiera. Lo dejamos en la Virgen del Camino. Esa noche no fui a su casa, pero al día siguiente si fui. Cuando toqué a la puerta, me salió una anciana y me dio la terrible noticia. Eran los días del éxodo masivo de cubanos a los Estados Unidos por el puerto del Mariel y la señora me dijo que lo habían venido a buscar sus familiares. Eso para mi fue un golpe terrible, sentí que se me pegaba el cielo con la tierra. Incluso pensé que nunca volvería a encontrar a un hombre que me gustara como él. Creo que si hubiera ido el día anterior me habría marchado con él sin importarme nada de lo que dejaba atrás. Jorge fue el amor de mi vida, nunca se borró de mi mente y solo volvía a verlo 36 años más tarde y lamentablemente falleció 4 meses después de nuestro reencuentro.  
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