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Autor: Gabonice

 
 
 
 

Pedro o como lo cambié de acera.

  Esta historia comienza cuando pongo un anuncio en internet para alquilar una habitación. Me llamaron varios interesados y finalmente conocí a Pedro, era un tío que recientemente se había separado de su mujer y que estaba atravesando esos momentos difíciles. Me pareció una buena persona para compartir piso y lo que surja y decidí alquilarle la habitación a él. Pedro era uno de esos hombres velludo, de barba cerrada y de un aspecto varonil que da el trabajo físico. De verdad que estaba para comercelo, pero como regla uno no debe comer en donde caga y por eso lo puse en la lista de los no disponibles. Pero … cada vez que salía del baño, lo hacía con una toalla a la cintura y se le podía notar como su paquete estaba en modo búsqueda, es decir con la polla disparada. Luego se iba a su habitación, era descuidado, dejaba la puerta abierta y se pasaba largo tiempo desnudo en la habitación. Mientras yo me disparaba, saber que estaba desnudo en su habitación y con la puerta entre abierta me ponía de mala forma, pero me contenía. Así pasaron varios días, nos fuimos familiarizando y entre conversación y conversación, conocí que desde que se separó no había vuelto a follar y que como a él no le iban las pajas, pues constantemente se le disparaba el miembro. Nada que estaba lleno de leche hasta rebosar. También me dijo que a él no le iban las putas y que de verdad se pasaba todo el día pensando en como descargar un poco de leche. Un día no me pude contener más, corrí el riesgo de llevarme un bofetón, pues era conocido la heterosexualidad de Pedro. Cuando salió del baño, con su toalla a la cintura y entró en la habitación. Yo sabía que estaba desnudo, con el aparato disparado, no lo había visto nunca en persona, pero sabía que era un paquete grande. Entré en su habitación, él quedó sorprendido y sin darle tiempo a reaccionar me puse de rodillas frente a él y comencé a darle una mamada desesperante. Sabía que corría un riesgo de bofetón, pero cuando sentí sus exclamaciones de placer, supe que tenía la partida ganada. Lo mamé con lujuria, por sus expresiones entendía que sentía placer y de pronto me advirtió que estaba al borde de correrse y no quería echarme la leche dentro de la boca. Pero yo continué mamando hasta que Pedro descargó en mi boca sus chorros de leche caliente y ahora sus exclamaciones eran de pleno placer. Finalmente le pedí disculpas por mi atrevimiento y lo dejé de nuevo solo en su habitación, donde se acostó a dormir complacido. Al día siguiente estábamos los dos cortados, no sabíamos de que hablar, hasta que yo le pregunté que: ¿Cómo lo había pasado? Su respuesta fue tajante: Estupendo! Pero pasó tan rápido que para valorar la mamada que me distes, necesito que lo repitas varias veces, para poderte decir que tan bien lo he pasado. Y comenzó la fiesta. Ahora todos los días, al salir del baño le daba una mamada de campeonato, incluso salía del baño desnudo, sin ponerse la famosa toalla a la cintura y yo ni presto ni perezoso comenzaba la mamada diaria que le correspondía. Pedro ya me había confesado, que a él le encantaba ser mamado, pero que su esposa era muy pulcra y lo hacía ante su insistencia con un aparente asco. Pero que yo, en realidad disfrutaba de su leche sin ningún tapujo. Un día me desperté de madrugada y me fui a su habitación. Pedro dormía placenteramente. Con cuidado le destapé la sábana que lo cubría y pude observar su hermosa polla dormida. Me le acerqué para olerla, era deliciosa! Y comencé a lamerla poco a poco mientras la iba despertando. Su polla comenzó a ponerse dura, mientras Pedro aún dormía y yo comencé mi mamada lujuriosa. Pedro despertó en medio del placer y de pronto me sacó la polla de la boca y con desespero, me acabó de desnudar, me puso de espaldas y comenzó a lamerme el culo. Yo me quedé sorprendido, no esperaba esa reacción y de inmediato me colimó el esfínter y me introdujo su tremenda polla hasta lo más profundo. Sentí que me la iba a sacar por la boca. Me mantuvo atrabancado así unos segundos, cuando me dijo que le apretara la polla con mi culo, de inmediato lo obedecí y en ese momento me la sacó completa y sin darme tregua, me la volvió a meter hasta el tope, aquello era desesperante y volvió a pedirme que se la volviera a apretar. Repitió esa dosis varias veces, hasta que perdí todas mis fuerzas, ya no se la podía apretar más, los músculos de mi esfinter habían cedido totalmente y en ese momento comenzó a darme la follada más salvaje que culos humanos hayan sentido. Como yo se la había mamado por la tarde, él no tenía mucha leche en sus cojones, por lo que aquel polvo duró una eternidad. Cuando al fin descargó en mi culo, yo estaba extenuado, me había dejado el culo maltrecho y estuve un par de días que cuando me sentaba me lo sentía. Finalmente Pedro me confió que a él lo que más le gustaba era follarse un culo, pero que su exmujer eso no se lo permitía mucho, pero que ahora estaba encantado conmigo. El placer que estaba sintiendo conmigo no tenía comparación con el que sentía con su ex. Así que me prepararé que esta fiesta iba a continuar por largo tiempo.  
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